UNA HISTORIA DE PASIÓN (Félix Carlón Zapata).(*)
Abel Sánchez llega al estadio por
fin el día esperado, después de muchas ilusiones y aún sinsabores, allí estaba
él, pisando el césped recién cortado ese inigualable aroma a fútbol de siempre,
una preciosa mañana de primavera del año 89, esos días que llaman al juego y a
la alegría
Aquel estadio, templo uno de los grandes, incomparable, grandioso,
las gradas, los vestuarios, el rumor de grandes gestas, espíritus de jugadores
irrepetibles, todo como lo había soñado despierto en innumerables noches y
días, excepto que estaba allí con la potestad de elegir quien juega, quien va a
jugar en el escenario de su vida, en eso que algunos llaman teatro de los
sueños, jugadores de segunda en un estadio de primera, de uno de “esos” grandes
recintos, imponente.
Un sueño, un logro, la ilusión de muchos, el motivo de lucha para otros
cuantos.
Abel puede elegir quien juega, a quien le pone la camiseta de la felicidad
y a quien el chándal de la espera, a cualquiera de su plantilla, menos a él
mismo, es el mister!, y lo es tras haber dejado de ser futbolista,
su pasión, su ilusión.. su vida, siempre su frase en mi mente “yo no tengo
glóbulos blancos, tengo baloncitos en la sangre, miles de ellos”.
(¿Qué
es la vida sin el fútbol?, me preguntaba él, recién despierto de la
anestesia.)
-Puedo poner a cualquiera menos a mi,
su felicidad en mis manos, ¿en manos de quien la mía?
Partido grande, ascenso en juego, prensa, espectadores, ¿Qué mas puede
desear su equipo, a que mas aspira nuestro Míster Sánchez,
Abel?
- ¿Pasa algo Míster? pregunta el
capitán Carlos M. en el mismo césped, antiguo compañero de equipo en blancas categorías inferiores, ahora uno sigue jugando
el otro....es entrenador, ese tipo de futbolista que todos quieren en su
equipo, entrañable, amigo, cómplice…
- Nada Capi, ¿porque?, contesta Abel
desde su interior, luchando contra el subconsciente
- Vamos Míster, te conozco, algo pasa, sé
que no estás preocupado mas de la cuenta, pero algo te sucede, sea lo que
fuere, disfruta de lo que tenemos delante.
- Cosas mías, nada que tenga importancia,
Carlos ¿Como ves a los chicos?
Maldita sea,¿ nada que tenga importancia?, la rabia contenida
contra....¿contra quien? Nunca creyó en la mala suerte, nunca hasta aquel
maldito “crack” de la rodilla, en ese bolo ruín de verano. La suerte ¿hay que
buscarla? Claro que sí, pero no siempre llama a la puerta de uno, que no me
jodan con tonterías de que cada uno tiene lo que se merece.!
- Vamos Abel, vale ya de
"lloriqueos" y quejas y adelante, una vez mas “el si mismo” es el
peor enemigo, se habla, se ánima, aquello de vivir el ahora que aprendió en un
libro de auto"des"ayuda. Vamos, se dice una vez mas, con energía a si
mismo. ¿Eres el míster no? pues da ejemplo de hombría y optimismo, los
futbolistas pueden pensar que te supera el partido. Vale adelante, pero maldita
sea¡¡¡ (sigue el diálogo interior, impertérrito, incesante, inagotable)
El encuentro, ante uno de aquellos filiales de los grandes, con
nombres tan significativos, como Castilla ,Barcelona Atlético, Atlético
Madrileño, Betis Deportivo, solo nombrarlos infunde respeto, y en aquella
mañana todo es perfecto, ideal, el fútbol como juego maravilloso, el
espectáculo para loar o denigrar a los jugadores, y también para el entrenador,
pondría su culo en el mismo banco que grandes ilustres de la teoría
futbolística, no era menos que ellos, ni peor preparado, solo con menos suerte (es
decir menor capacidad de amiguismo).
-Este es el partido de nuestras vidas
chicos, oye decir al delegado, tipo agradable y atento. Será el de las
suyas, piensa Abel, para mi es el de la frustración, me cago en…
Abel Sánchez difícilmente convive con las sensaciones que siente,
tensión, optimismo, ideales, melancolía. Jamás Abel ha sentido tanta añoranza
de ser jugador profesional ( o casi) como esta mañana, como este día, como la
noche anterior y sus sueños puntuales a la cita. Noches de dolor y en vela
habían formado parte de la cotidianeidad, rehabilitaciones, quirófanos,
desesperanza y siempre ilusión por volver, pero nostalgia como aquel día ,
nunca.
El coliseo estaba allí, para sus jugadores, que no para él. Lástima querido
Abel, lástima.
Las esperanzas de 20 jugadores, curtidos ya algunos, otros con la
ilusión de los que empiezan, los sueños de todos en sus manos o en su cabeza, o
donde quiera que sea el lugar anatómico donde un entrenador elige los 11 que
juegan y otros tantos que se cabrean, pero él no se podía poner, cosas de la
vida.
Abel Sánchez era el ‘entrenador’,
pero hubiera dado cualquier cosa por jugar aquel partido, que además incidía en
el ascenso, se respiraba tensión, ansiedad, emotividad, compañerismo…el mister dirigía
a todos, a todos menos a él mismo, se trago las lágrimas y comenzó a charlar
con los artistas, intentando poner algo de tranquilidad en aquellas mentes y
sus inquietos músculos, sus aceleradas cabezas, todo los chicos empezaron a
pensar si calzar botas de 6 tacos ó 12, y toda esa parafernalia que forma parte
del partido, curiosamente de las cosas que mas se añoran cuando no se tienen,
vendarse, los masajes, cambiarse, elegir botas, calentar, los nervios
disimulados, la pizarra táctica y la imposibilidad de seguir tanta flecha, todo
el bagaje de un partido grabado a fuego en las neuronas de quienes lo vivieron
alguna vez.
La vamos a liar Míster, hoy sales de aquí por la puerta grande. Grande Nacho F, uno de los
veteranos, tres mil temporadas en 2ª, sabe lo que dice y aprecia mucho a Abel.
- Claro que sí máquina. Y vas a ganar
dinero para un Seminario. Comenta el Míster, le llamaban "padre"
Nacho, por su protectora y pedagógica manera de ser, aunque como central,
rascaba lo que no está escrito, los centrales de entonces, malencarados,
fuertes como armarios, valientes hasta el paroxismo, las mejoras personas fuera
del 100 X 70...... Un genio
- Vamos equipo, atentos, hora de concentrarse, quitamos la música y me atendéis
solo y exclusivamente a mi y de que os
recuerde la "tabarra" táctica.
Sánchez, Abel ha recuperado el
"oremus" y trata desde ya de energizar a los suyos.
Continuará
* Abel Sánchez, una historia de pasión (Miguel de Unamuno)